Receta | Peladillas
La peladilla es una almendra confitada preferentemente de la clase Marcona previamente tostada, que se elabora cubriéndola con almíbar de azúcar. Su origen algunos lo sitúan en la antigua Grecia y otros en la Roma del año 170 antes de Cristo, donde un pastelero llamado Dragatus , según dicen, fue quien la inventó.
Típicas de la Comunidad Valenciana, especialmente de las poblaciones de Alcoy, donde se instaló la primera fábrica conocida en España y también de la población de Casinos, donde tienen justa fama.
Antiguamente, junto con los turrones de Alicante – Jijona, eran los dulces preferidos en las casa por Navidad. Las peladillas también se usaban para agasajar a los invitados en las celebraciones de bodas, bautizos y comuniones, donde no podían faltar.
Vamos a elaborar unas peladillas caseras:
INGREDIENTES:
-500 gr de almendra, cruda y repelada de la variedad Marcona
-500 gr de azúcar blanco
-1 vaso grande de agua natural
-Canela en rama.
Tostamos las almendras en una bandeja al horno sobre papel de hornear precalentado a 110º y con cuidado de que no se nos quemen. Las sacamos de vez en cuando y las movemos hasta que veamos que cogen un poco de color.
Cuando ya estén, dejaremos que se enfríen en un bol.
Ahora vamos a preparar el almíbar para cubrirlas después.
Calentamos el agua en un cazo grande. Cuando empiece a hervir, bajamos el fuego al mínimo y le agregamos la canela en rama, si queremos cambiar el sabor a las peladillas podemos sustituirla por anís estrellado o incluso con unas cortezas de naranja, mandarina, de limón o… imaginación. Tapamos y lo dejamos a fuego mínimo e incluso sin él, al menos media hora para que suelten los sabores.
Retiramos todo del agua y calentamos sin que hierva. Vamos añadimos poco a poco el azúcar y vamos removiendo sin parar con una cuchara de madera hasta conseguir una textura de almíbar como si de miel se tratase. Si queremos peladillas de colores habrá que hacer varios almíbares distintos coloreándolos con gotas de colorante de repostería.
Ahora que ya hemos conseguido el almíbar y con el fuego puesto al mínimo, añadimos las almendras tostadas y no paramos de remover para que cojan buena capa.
Apagamos y retiramos del fuego el fuego, y sin dejar de remover vamos dejando que enfríe. Veremos entonces que las almendras ya han cogido bien el almíbar, es el momento de pasarlo por un colador para desechar el almíbar sobrante si vemos que ha quedado mucho o directamente sobre un tamiz que iremos moviendo sin parar en forma circular, igual como si tamizáramos harina. No parar de mover hasta que veamos que al enfriar endurecen del todo y se nos habrán quedado sueltas y brillantes.
Si queremos hacerlo más perfecto en cuanto a forma, las sacamos una a una con unas pinzas y las pondremos a enfriar sobre un papel de cocina que previamente hemos espolvoreado de harina.
Los pasteleros lo tienen más fácil pues las hacen con la maquina mezcladora, donde meten la almendra tostada y con un cazo la van rociando con el almíbar mientras la máquina rota y se mueve.