Bacaladilla

Aunque quizás no sea de los pescados más conocidos, la bacaladilla se presenta como una fuente importante de nutrientes y un alto valor nutricional, que podemos cocinar fácilmente e incluirla en nuestra dieta de manera asequible. Te contamos algunos secretos de este pescado, con bajo contenido graso, para que, a partir de ahora, forme parte de tus platos.

La bacaladilla es un pescado blanco perteneciente a la familia del bacalao (gádidos), aunque es de menor tamaño que este. Vive en aguas saladas, a unos 300-400 metros de profundidad, y, en nuestro país, podemos encontrarlo en el mar Cantábrico (también en el Mediterráneo), especialmente en la costa asturiana, zona en la que se le conoce con los nombres de abril, lirio o bacalá. Aunque la podemos encontrar durante todo el año a precios asequibles, su pesca es más abundante en los meses de primavera y verano.

Su carne presenta una textura blanda y suave, pequeño tamaño (unos 15 cm aproximadamente, aunque algunos ejemplares pueden llegar hasta los 30 cm) y un color gris azulado característico, posee un sabor agradable y exquisito.

Propiedades de la bacaladilla

Es buena fuente de proteínas y presenta bajo contenido en grasas. En cuanto a vitaminas, destaca por su contenido en ácido fólico, niacina y vitamina B12 y además, es buena fuente de minerales, entre los que cabe señalar el potasio, fósforo, yodo y selenio (fuente BEDCA).

Es muy voraz, suele atacar a cualquier presa con la que se encuentre, incluso cuando ya no necesita comer.

¿Cómo la limpiamos?

Al no poseer escamas, la bacaladilla es un pescado relativamente fácil de limpiar. Comenzamos cortándole la cabeza y quitando las espinas de las aletas. Lo abrimos (en forma de libro) y quitamos la espina central y las vísceras. De esta forma, ya lo tendríamos listo para prepararlo y cocinarlo a nuestro gusto.

Conservación y consumo

La bacaladilla es un pescado frágil, de difícil conservación. Por ello es fundamental que, si lo compramos fresco, lo guardemos lo antes posible en el frigorífico, sin que permanezca fuera del frío mucho tiempo para que no pierda sus propiedades y no se estropee. Si optamos por congelarlo (o lo compramos ya congelado), cuando vayamos a consumirlo debemos dejarlo la noche anterior en la nevera, para que vaya descongelándose progresivamente sin perder su sabor, textura y propiedades.

Como ya hemos dicho, se trata de un pescado que posee una carne delicada, por lo que debemos manipularla con cuidado. Esta misma fragilidad en su textura permite que podamos trocearlo y desmigarlo fácilmente, para poder preparar con él, por ejemplo, sabrosas croquetas o albóndigas.

Aunque su consumo suele ser en fritura, rebozada previamente en harina, también podemos tomarla fileteada (una vez bien limpiada) y asarla al horno o a la plancha, al
vapor o en papillote.

Podemos incluirla, asimismo, en otros platos algo más elaborados, como un pudín de pescado o en arroces o cazuelas.

Para acompañar a este delicioso pescado, podemos preparar una guarnición de verduritas a la plancha, patatas asadas o una rica salsa.

¿Qué es el capellán? La bacaladilla seca que puedes incluir en tus platos

Típico de nuestras costas levantinas, se consume principalmente desmigado en ensaladas. La bacaladilla entera, lavada con agua y sal, se pone a secar al modo tradicional (y de ahí parece ser que proviene su nombre, ya que se asemejan a las sotanas de los sacerdotes al quedar colgadas al aire para su secado). Cuando ya está bien deshidratada, se asa y se desmiga antes de que se enfríe.

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