#Receta | Monas de Pascua

En la antigüedad era costumbre que  el padrino de bautizo regalara al niño el domingo de resurrección, la mona.  Llevaba tantos huevos duros como años tenía éste, siendo la edad máxima los 12 años por lo que ese año se le añadía un huevo extra. Esa costumbre vino dada con motivo de la celebración del fin de las abstinencias de la Cuaresma y hoy en día se sigue conservando, siendo los abuelos quienes se encargan de tal menester.

La forma de la mona entonces era de rosco redonda, o también podía ser alargada. Posteriormente evolucionó tal y como la conocemos hoy en día, como una especie de bollo dulce.

En la comunidad Valenciana es más sencilla que en otras comunidades donde ha evolucionado más hacia una especie de tarta incluyendo el chocolate.

Son varias las fuentes que señalan que el origen del nombre de “mona” proviene de la “munna”  término árabe que significa «provisión de la boca», regalo que los moriscos hacían a sus señores. Pero también estuvieron aquí los Romanos que llaman “monus” a una pasta de pan con huevo duro.

Fuera como fuese, la tradición manda comerse la mona de Pascua y vamos a eleborarla.

Ingredientes para seis:

1/2 kg de harina de fuerza

25 gr de levadura fresca

100 ml de agua tibia

3 huevos medianos

150 gr de azúcar

Una pizca de sal

La ralladura de un limón (opcional)

80 gr de aceite de oliva suave

2  huevos para batir

6 huevos cocidos

 

Masa madre:

La noche anterior, haremos la masa madre. Para ello utilizaremos de los ingredientes, 100 g de la harina de fuerza, 12 g de la levadura fresca que disolveremos en 60 ml de agua templada. Mezclamos todo hasta conseguir una bola de masa homogénea. La tapamos  con papel film o en un recipiente hermético y la dejamos que  fermente toda la noche en el frigorífico.

Media hora antes de la elaboración, al día siguiente, sacaremos la masa madre para que atempere. Habrá quedado muy esponjosa.

Elaboración:

En un bol amplio, batimos los tres huevos, añadimos ralladura de la piel del limón, el azúcar y la pizca de sal. El resto de la levadura que también disolvemos en 60 ml de agua templada. Ahora la masa madre y removemos.  Vamos añadiendo el resto de harina. Cuando vemos que está integrado todo añadimos el aceite de oliva poco a poco, pastamos, integramos y trasladamos la bola sobre una superficie enharinada y vamos trabajándola con movimientos de extender y plegar sobre sí misma en todas direcciones. Esto nos llevará unos quince minutos.

Es el momento de dejarla reposar sobre dos o tres minutos y volver a la carga trabajándola alrededor de  quince minutos más hasta que veamos que no se nos pega ya en las manos y está lisa y brillante.

Es el momento de guardar la bola en un bol enharinado y tapado con un paño, resguardado de la luz en un lugar caliente. El horno apagado es un lugar ideal. Doblará su volumen entre hora y media o dos.

Pasado ese tiempo y  la masa haya fermentado la trabajamos de nuevo sobre una superficie enharinada, extendiéndola y replegándola sobre sí misma. Con diez o doce veces será suficiente para después dividirla en 6 partes iguales.

Formadas las bolas, con las dos manos la extenderemos un poco haciendo un pequeño rulo uniendo los dos extremos para que así quede un pequeño hueco en el medio donde pondremos el huevo previamente cocido.

Muchas veces me han preguntado si el huevo se ponía fresco o ya cocido. Si se pusiera fresco y dado el cambio brusco de temperatura al introducirlo al horno se partiría y se derramaría su interior encima de la mona. Hay que ponerlo ya cocido.

Ahora colocamos las monas en una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado, separadas entre sí y las tapamos con un paño limpio. Las dejamos que reposen en el horno apagado para que vuelva a fermentar entre hora u hora y media para que suban bien.

Sacamos la bandeja y encendemos el horno a 180º arriba y abajo. Es importante que sea sin aire, pues nos bajaría la masa.

Mientras se calienta el horno, batimos los dos huevos que nos quedan y con un pincel de cocina las pintamos bien. Las espolvoreamos con azúcar.

Una vez el horno caliente metemos la bandeja con las mona en la parte baja  y las dejamos entre 15 y 20 minutos hasta que esten doradas. Cada horno es un mundo y tenéis que vigilar el color para que no se os quemen. Siempre está el truco de pinchar con un palillo la mona, y si sale limpio es que ya está hecha.

Con la misma masa se elabora el pan quemado o la toña, sustituyendo el huevo con sólo la clara montada a punto de nieve y puesta en un corte en la parte superior para hacer el llamado “caramull”.

Como veis no es fácil su elaboración porque la masa necesita mucho tiempo de trabajo para que al final el resultado sea el esperado. Unas monas esponjosas y sabrosas. Os animo a hacerlas.

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