Cómo conservar el pan

¿A quién no le ha pasado comprar una barra de pan crujiente y sabrosa pero que por la noche se ha reblandecido y ya no se puede comer? Te contamos cómo conservarlo de forma que nos dure más tiempo y en buenas condiciones.

El pan es un alimento indispensable en nuestra dieta. Rico en hidratos de carbono, fuente de minerales y vitaminas, el pan, ya sea blanco, integral… tiene múltiples propiedades que aporta a nuestro organismo. Pero, en ocasiones, no siempre podemos disfrutarlo recién hecho como nos gustaría.

Atrás ha quedado la costumbre de comprar pan recién hecho todos los días, ya que nuestro estilo de vida actual no siempre lo permite. Por ello, saber conservarlo adecuadamente para poder consumirlo en cualquier momento es fundamental. De esta forma, además, estaremos ayudando a reducir el desperdicio alimentario y evitar tirar el pan que hayamos comprado porque se haya endurecido o haya perdido su textura y sea «incomible”.

¿Cómo conservarlo?

Para conservarlo y mantenerlo en buenas condiciones y crujiente lo mejor es guardarlo, como se ha hecho toda la vida, en una bolsa de tela o en una panera, mejor si es de madera, y evitando lugares fríos. No es aconsejable conservarlo dentro de una bolsa de plástico, ya que no es un material transpirable y el pan absorberá la humedad que se genera, poniéndose blando, además de que al cabo de un tiempo puede aparecer moho en él.

Si al comprarlo está recién hecho y al llegar a casa todavía está caliente, es mejor esperar un poco a meterlo en la bolsa, para evitar que se ablande.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que cuanto más grande sea el pan más tiempo tardará en secarse, mientras que las rebanadas de pan o panes más pequeños se secarán antes, al contener menos agua. Por eso, al comprarlo o para conservarlo en casa, es mejor no cortarlo en rebanadas, sino que mantener la barra entera y cortar al momento de consumirlo.

También podemos utilizar la tostadora o el horno si se ha secado un poco y, de esa forma, que vuelva a estar crujiente. Hay que estar atentos para que no se nos queme demasiado y tomarlo enseguida, porque sí se enfría se nos quedará duro y reseco.

Guárdalo a temperatura ambiente y evitando la luz directa del sol, lejos de corrientes de aire.

Por el contrario, para conservar de manera adecuada el pan de molde, al tener ya una textura blanda, sí que lo guardaremos en una bolsa de plástico o hermética, para que se mantenga tierno y no se seque, vigilando también que no aparezca moho. Para preservar el medioambiente y no gastar tanto plástico, podemos utilizar una bolsa de papel, evitando las de tela, que harán que se seque antes. Este tipo de panes, al contrario que los primeros, sí podemos guardarlos en la nevera, porque el frío ayudará a mantenerlos mejor.

¿Y si queremos congelarlo?

Una buena idea para disponer de pan en cualquier momento es congelarlo, pero, para que mantenga sus propiedades, se ha de hacer de forma adecuada y, a ser posible, el mismo día que lo hayamos comprado.

El pan debe conservar bien su propia humedad, por lo que es preferible guardarlo en una bolsa de plástico hermética o envuelto en papel de aluminio dentro de la bolsa. Lo mejor es congelarlo ya cortado, en porciones o rebanadas, para así descongelar sólo lo que vayamos a tomar y que el resto se conserve correctamente. Recuerda apuntar la fecha de congelación, para ir consumiéndolo en orden.

A la hora de descongelarlo

Lo mejor es hacerlo a temperatura ambiente, tapado con un paño. También podemos meterlo en la tostadora o en el horno, de forma que nos quedará más crujiente, casi como recién hecho.

Si utilizamos el microondas, cubriremos el pan con un paño o servilleta de papel y pondremos junto a él un vaso o taza con agua, para evitar que se seque y se mantenga la humedad.

Una vez descongelado, al igual que ocurre con el resto de alimentos, no debemos volver a congelarlo.

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