¿Te animas a preparar unas deliciosas conservas caseras? Salsas, mermeladas, verduras… son muchos los alimentos con los que podemos elaborar conservas para tenerlas disponibles en cualquier momento durante el resto del año. Pero, para poder consumirlas con total seguridad, es necesario que sepamos cómo prepararlas y almacenarlas. Te contamos algunos trucos.

Ventajas de las conservas

• Tener alimentos preparados y saludables para disfrutar de ellos en cualquier momento.
• Ahorrarnos tiempo y dinero.

Las conservas caseras son una manera rápida de disponer en nuestros hogares de alimentos ya preparados que podemos consumir en cualquier momento. Pero, para ello, es importante elaborarlas con todas las garantías de seguridad e higiene, ya que no prepararlas correctamente puede dar lugar a que aparezcan y se desarrollen bacterias, como la que causa el botulismo, una enfermedad rara en nuestros días, pero que puede llegar a darse si no extremamos las precauciones al preparar conservas en nuestros hogares.

Lo primero que debemos hacer es asegurarnos de que los botes y tarros (preferiblemente de cristal) donde vamos a guardar nuestras conservas están correctamente esterilizados. Para ello, los tendremos en agua hirviendo, junto con las tapas (mejor que sean nuevas), durante al menos unos 15 minutos. Una vez esterilizados, los dejaremos secar al aire y nos aseguraremos de que están bien escurridos antes de utilizarlos.

Recuerda lavarte bien las manos antes de manipular los alimentos. Igual de importante es la limpieza e higiene de los utensilios que utilicemos como la de la persona que esté cocinando

También es importante elegir bien los alimentos que vamos a utilizar para hacer nuestras conservas: ni muy verdes ni muy maduros y, a ser posible, sin golpes o toques. Lávalos con agua, eliminando posibles restos de tierra que puedan tener, y trocéalos si fuera necesario (quita los huesos si  los tienen).

Dependiendo del producto con el que vayamos a preparar la conserva, lo pelaremos y lo cocinaremos o asaremos previamente. Una vez que ya lo tenemos, lo guardamos en los botes limpios, esterilizados y bien secos. Los cerramos herméticamente y los ponemos al baño maría en agua caliente: si estamos empleando otros productos no ácidos, como champiñones, judías, coliflor o alcachofas, es mejor hervirlos en una olla a presión no más de una hora. Si se trata de productos ácidos, como la fresa, la naranja, el melocotón, el pimiento o las cerezas, y dependiendo del tamaño del bote, debemos dejarlos hirviendo más tiempo.

Vanilla peach jam in a bowl with vanilla sticks and fresh peaches

La señal que nos va a indicar que debemos sacar los botes del fuego es cuando la tapa se haga cóncava. Después, los dejaremos enfriar poco a poco, para evitar que se rompan los botes, y los guardaremos en un lugar fresco y seco, añadiéndoles una etiqueta en la que escribiremos la fecha de elaboración.

Aunque las conservas, si están bien hechas, pueden llegar a durar hasta un año, es aconsejable consumirlas en los 3-6 meses siguientes a su elaboración, siempre asegurándonos de que el tarro no presenta ningún golpe o abombamiento. Antes de su consumo, revisa también la apariencia de la conserva y que no haya aparecido moho u otros microorganismos.

Asegúrate de que las tapas cierran correctamente los botes o tarros que vayas a utilizar y que no presenten abolladuras. Es mejor cambiarlas por unas nuevas.

Si al abrir el bote en el momento de su consumo no hace el sonido típico (un «pop» que nos asegura que está correctamente envasado al vacío), no lo consumas y deséchalo.