Infusiones

De té rojo, rooibos, poleo menta… en los últimos años diferentes y muy variadas infusiones se han incorporado a nuestra alimentación, aportándonos múltiples propiedades y beneficios para nuestra salud. Te contamos los secretos de estas bebidas y cómo prepararlas.

Las infusiones son bebidas preparadas a partir de hojas o flores (y en algunos casos de la raíz) de hierbas y plantas naturales y aromáticas al introducirlas, generalmente, en agua hirviendo. Aunque la infusión más conocida es el té, que es, además una de las bebidas más consumidas en todo el mundo, podemos hacer infusiones con manzanilla, menta, valeriana…

La práctica de tomar bebidas preparadas a base de hierbas para extraerles todas sus propiedades a través del calor se constituyó hace miles de años como medio para ayudar al organismo a protegerse del frío en los duros inviernos o del intenso calor en los meses más calurosos.

Con el paso del tiempo, se fueron descubriendo los múltiples beneficios que las diferentes plantas podían tener sobre nuestra salud y, poco a poco, se fue extendiendo el consumo de infusiones hasta llegar a nuestros días. En 2015, los hogares españoles consumieron 77,2 millones de kilos de café e infusiones, de los cuales las infusiones alcanzaron el 16% del total de gasto en este tipo de productos (Informe Alimentación en España 2016. Mercasa)

Beneficios y propiedades

Desde tiempos remotos, las infusiones eran consumidas por los innumerables beneficios que aportaban al organismo. Hoy en día, las múltiples variedades que podemos encontrar en el mercado hacen más fácil su consumo, no solo por sus propiedades saludables sino como bebida sana, con un sabor y un aroma muy agradables y reconfortantes.

Aunque a cada planta se le atribuyen diferentes cualidades beneficiosas para nuestra salud, sí que es cierto que, en su mayoría, las infusiones nos aportan hidratación y una serie de propiedades que nos ayudan a fortalecer y mejorar nuestro organismo.

Una de sus principales cualidades es el efecto relajante que nos provocan. Antes de dormir, después de comer, recién levantados… tomar una infusión nos transmite paz, al mismo tiempo que reconstituye nuestro organismo y lo protege de algunas dolencias.

Las infusiones son, también, antioxidantes, lo que ayuda a proteger las células de nuestro cuerpo.

Su origen

Son varias las teorías que sitúan el origen de esta práctica de extraer el máximo provecho a hojas y flores de diferentes plantas mediante el calor del agua en China, hace miles de años, donde eran utilizadas de forma medicinal. El origen del té, por ejemplo, se le atribuye al emperador Shen Nung o Shen-tung, quien siempre hervía el agua antes de consumirla. Un día, mientras esperaba que el agua entrara en ebullición, unas hojas del árbol del té cayeron en el caldero, produciendo un atrayente aroma que hizo al emperador probar el agua que había en él, descubriendo así una de las bebidas más consumidas en la actualidad en todo el mundo.

Aunque otras leyendas sitúan el origen del té como bebida en el budismo zen, de lo que sí se tiene constancia es que en el siglo XXVII a.C. ya se consumía en China, de donde se extendió gracias al comercio marítimo y se popularizó en el resto de continentes.

¿Cómo se prepara?

Para prepararnos una infusión basta con verter agua caliente sobre las hojas o flores de una planta y dejarla reposar, tapada, entre 5 y 10 minutos.

Las infusiones en bolsita son un tipo de preparación muy práctica, que se pueden adquirir en supermercados y tiendas especializadas, que facilitan la preparación y el consumo de la infusión, pero en las que, por lo general, las hierbas han perdido parte de su calidad, sabor y propiedades. Una buena opción es comprar las hojas o flores a granel y guardarlas en casa en un recipiente hermético lejos de la luz solar.

Para realizar una infusión, pondremos una cucharadita de las hojas o flores en una taza y verteremos agua muy caliente, a punto de hervir, sobre ella. Tapamos la taza y dejamos reposar durante unos 8-10 minutos, para evitar que se evaporen los principios activos de la planta que hayamos empleado. Pasado este tiempo secuela y, aunque lo más saludable es tomarla al natural, se le puede añadir miel o azúcar para endulzarla. Una vez preparada, se puede conservar en la nevera o en un lugar fresco, pero no más de 24 horas, ya que si no pueden estropearse y perder sus propiedades.

Algunas infusiones y sus propiedades

La infusión más conocida es el té, en sus múltiples variedades. La planta pertenece a la familia de las Teáceas. Dependiendo del proceso al que sea sometido, se obtienen los diferentes tipos de té: blanco, verde, rojo y Oolong. El té es preferible no tomarlo por las noches, ya que su consumo puede afectar nuestro sueño debido a su contenido en teína, sustancia estimulante similar a la cafeína.

En el caso del té verde cabe destacar que es uno de los más saludables, que facilita la asimilación de grasas y que es rico en las vitaminas A, B y C. Además, tiene propiedades antioxidantes, digestivas y depurativas y protege nuestro organismo de posibles infecciones.

El té rojo es muy popular para quemar grasas y reducir el colesterol. Conocido como Pu-erh, posee un sabor muy fuerte y un color rojo oscuro.

El té negro también posee propiedades antioxidantes, es bajo en calorías y contribuye a un efecto saciante en nuestro organismo. Este tipo de té, contiene, además, una gran cantidad de teína.

El más refinado de todos es el té blanco, del que se destacan su delicado aroma y su exquisito sabor, junto con sus efectos diuréticos y antioxidantes.

El Oolong, o té azul, fortalece nuestro sistema inmune y regula el colesterol. Según el proceso de fermentación al que se someta, puede presentar un color más claro o más oscuro, pero siempre con un característico sabor vegetal.

Una variedad del té verde es el Matcha, muy popular en Japón, y que ayuda a reducir el estrés, estimular las defensas y reducir el colesterol.

Por su parte, el té Chai es originario de India, durante su época colonial británica, y contiene jengibre, canela, clavo y ginseng, lo que le otorga un sabor dulce y refrescante a la vez.

Obtenida de la camomila, el principal uso de la manzanilla es tratar trastornos digestivos y es buena en caso de cólicos, diarreas, gastritis… por lo que podemos consumirla después de las comidas para ayudarnos a realizar la digestión. También se emplea en inflamaciones oculares.

En cuanto a la menta, sus beneficios se centran en sus efectos antisépticos, además de otorgarnos un aliento fresco y ahuyentar a los insectos. Las hojas de menta también se usan para tratar la tos y el catarro.

La valeriana posee propiedades relajantes y ayuda a temperar los nervios y a reducir la presión arterial, la excitación nerviosa y la ansiedad.

La tila, infusión de la flor del tilo, forma parte de la cultura popular por sus propiedades relajantes y por favorecer el sueño.

A la infusión de tomillo se le atribuyen propiedades antisépticas, puede mejorar los problemas respiratorios y previene el envejecimiento.

El jengibre, tan utilizado en la cultura oriental, posee propiedades antioxidantes y digestivas y es una infusión deliciosa si se combina con limón o canela y miel.

Finalmente, hablamos de la infusión de hojas de boldo. Originaria de Chile, destaca, en la dosis adecuada, por sus propiedades digestivas y de protección del hígado.

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