¿De verdad necesitamos grasas en nuestra dieta?

En la sociedad moderna hay un creciente interés por la calidad de vida. Esto explica la gran sensibilidad por la mejora de la salud y el bienestar. Uno de los pilares de ese concepto es la alimentación saludable, ya que cada vez se conocen más los efectos beneficiosos que van unidos al consumo de determinados nutrientes.

La influencia de la cantidad y tipo de grasa consumida en la elevación del colesterol y el aumento del riesgo cardiovascular han sido temas de especial interés en los últimos años. Por ello cuando hablamos de grasas solemos asociarlo a algo negativo que debemos suprimir en nuestra dieta. Sin embargo, las grasas proporcionan energía y ácidos esenciales básicos.

Función y cantidad diaria recomendada (CDR)

La función principal de las grasas consiste en asegurar el almacenamiento de energía para las épocas de escasez y son fundamentales para el buen funcionamiento de las células. Entre los ácidos grasos existen algunos de especial importancia, denominados esenciales, que son imprescindibles para la fabricación de moléculas que regulan muchas funciones del organismo.

Por ejemplo, el colesterol juega un papel clave para la fabricación de la mayoría de las hormonas y sin cuya presencia no podrían formarse las memorias celulares. En una dieta equilibrada, el aporte de grasas debe suponer entre un 30 y un 35% del total de la energía que consumimos al día.

Tipos de grasas

En realidad todas las que vamos a ver son necesarias y saludables si se consumen en su justa medida:

1. Grasas saturadas

  • Son la causa dietética principal de niveles altos de LDL (colesterol malo) si se consumen en exceso. Por ello, su consumo debe ser muy limitado.
  • Estas grasas se encuentran en productos de origen animal como la mantequilla, el queso, la leche, los helados, la crema de leche y las carnes grasas.

2. Grasas insaturadas

  • Son aquellas que nos ayudan a reducir los niveles de LDL “colesterol malo” en la sangre. Las hay de dos tipos:
  • Monoinsaturadas: el ácido graso más representativo es el ácido oleico que protege el sistema cardiovascular, reduciendo los niveles de LDL y aumenta el Hdl (colesterol bueno). Podemos encontrarlo, por ejemplo, en el aceite de oliva o en el aguacate.
  • Poliinsaturadas: rebajan el colesterol y los niveles de triglicéridos en sangre. En este grupo se encuentran los ácidos omega-6 y omega-3. Su importancia radica en que son ácidos grasos esenciales, es decir, nuestro organismo no los produce por sí solo. Debemos ingerirlos a través de alimentos que los contengan. Los podemos encontrar, principalmente, en los frutos secos (nueves, almendras, avellanas… presentes en la beneficiosa alimentación mediterránea) así como en el pescado azul (salmón, sardinas, boquerones, caballa…).

3. Grasas trans

  • Son ácidos grasos insaturados que se forman cuando los aceites vegetales se procesan y se transforman a través de un proceso físico-químico denominado hidrogenación. Este método permite prolongar la vida comercial de los alimentos.
  • Podemos encontrarlos en productos fritos, bollería industrial, margarinas… Debemos limitar su consumo porque contribuyen a elevar los niveles de LDL (colesterol malo).

Este artículo fue publicado originalmente en el número 2 de la revista Mashogar, editada por supermercados masymas Fornés con la colaboración de la Asociación Valenciana de Consumidores (AVACU).

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