
Mandarinas, ¡gajos de salud!
Consideradas las hermanas pequeñas de las naranjas, las mandarinas tienen múltiples beneficios para nuestra salud, que las convierten en una fruta esencial y adecuada para toda la familia, con muchas propiedades y muy sabrosas y nutritivas.
Las mandarinas son unas frutas muy ricas y sanas, parecidas a las naranjas, pero de menor tamaño, frutos del árbol mandarino.
Aunque su origen no está muy claro, sí que se tiene constancia de su cultivo en China en el siglo XII, y de allí se extendieron al resto de continentes, llegando a Europa en el siglo XIX, especialmente entre las clases altas de la sociedad.

Las mandarinas pertenecen a la familia de las Rutáceas, al igual que las naranjas. Suelen presentar un color naranja brillante en su corteza y anaranjado en su interior, el cual está compuesto de gajos, con un aroma muy característico y una pulpa muy jugosa.
Su pequeño tamaño y su facilidad para consumirlas las convierten en una de las frutas más apreciadas en los meses más fríos del año. Su temporada de consumo va desde septiembre hasta principios de marzo, dependiendo de la variedad.
Variedades de mandarinas
Las múltiples variedades que podemos encontrar entre las mandarinas, las podemos clasificar en tres grandes grupos:
Clementinas: presentan un color naranja intenso.
Híbridos: de tamaño más grande, son abundantes en azúcares y la corteza está más pegada a la pulpa, lo que hace más difícil pelarlas.
Satsuma: poseen un aroma muy característico y exquisito y un color más amarillento.
Propiedades nutricionales
Las mandarinas son una fuente importante de vitamina C, aunque en menor medida que las naranjas. También nos aportan vitaminas y minerales, fundamentales para el organismo, entre ellos el caroteno, un importante antioxidante.
¿Por qué se les llama mandarinas?
Al igual que el origen de esta deliciosa fruta, su etimología tampoco está clara del todo.
No obstante, se cree que el nombre proviene del color de los trajes de los mandarinos, máximos gobernantes en la antigua China. Hacia 1830, cuando las mandarinas se introdujeron en los países mediterráneos, se llamó por este nombre a los nuevos frutos que provenían de esas tierras y que eran similares, aunque de menor tamaño, a las naranjas.
¿Cómo tomarlas?
Debido a su sabor, su tamaño y su facilidad para pelarlas, lo más habitual es tomar las mandarinas frescas o en zumo. Pero, aunque en otros usos es menos conocida, te recomendamos que las degustes en muchas otras formas que puedes prepararlas:
– En tartas y pasteles, con una crema de queso, sobre una base de hojaldre o galletas y mandarinas glaseadas para decorar
– En salsas para acompañar y dar un toque agridulce a carnes (pollo, codorniz…) y pescados (merluza, langostinos…)
– En ensaladas, junto con otras verduras y frutas
– En galletas, bizcochos o en pudin
– En gajos, ligeramente bañados en un buen chocolate negro