Leche condensada, un sabor de lujo

Hasta los que nos son muy aficionados al dulce no se pueden resistir a un bocado que lleve este ingrediente tan delicioso y asequible.

Un postre elaborado con leche condensada supone el broche perfecto a un menú memorable. También puede ser el ingrediente ideal de una merienda, que mejore una tarde cualquiera de invierno o la promesa de un verano alegre con un helado cremoso elaborado con ese capricho goloso. La leche condensada tiene un número ingente de fanáticos y es casi garantía de éxito en cualquier ocasión. Puede servirse para endulzar un café, que pasará a acompañarse del adjetivo ‘bombón‘, o en formato tarta, entre otras posibilidades. Con la leche condensada alteza, elaborada con leche de España, estas recetas saldrán para chuparse los dedos. Además, con su nueva botella PET monocapa 100% reciclable, estarás cuidando el medioambiente. Te animamos a preparar estas dos recetas.

Flan de leche condensada

  • Hacerlo es facilísimo y el resultado es espectacular. Solo se necesitan cinco huevos, 425 ml de leche condensada alteza (puedes utilizar la versión desnatada, para reducir calorías) y 500 ml de leche entera. ¿Los pasos? Muy sencillos. Pon a calentar el  horno a 180ºC. Mientras tanto, mezcla todos los ingredientes en un bol con varillas o un procesador hasta que no queden grumos. Echa la mezcla en un bol untado con caramelo líquido y mételo en el horno al baño María durante una hora. ¡Listo!

Tarta de galletas

  • Necesitas un paquete de galletas cuadradas (también valen los bizcochos de soletilla), leche condensada alteza, crema de cacao y una fuente. Haz una base de galletas y unta encima leche condensada. Tápala con otra capa de galletas y cúbrela con el cacao. Sigue intercalando galletas, leche y cacao hasta llegar a la parte alta de la fuente con una capa de galletas. Enfría en la nevera y sírvela.

¿Sabías que…?

El origen de la leche condensada tiene que ver con la salud y no con la cocina. Era una manera de conservar la leche y transportarla sin peligro de que se pusiera mala. En el proceso, se extraía una parte del agua, que se sustituía por azúcar. El primero en investigar este tema fue Nicolas Appert en 1822, pero fue Gail Borden quien, en los años 50 del siglo XIX, la llevo al mercado de Estados Unidos ya como la conocemos actualmente.

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