Desayunos, energía y sabor
La máxima “El desayuno es la comida más importante del día”, repetida desde hace décadas, ha sido puesta en duda por parte del gremio de expertos en nutrición. La primera comida del día es tan importante como la del mediodía o la cena. En concreto, debe cubrir entre el 20%y el 25% de las necesidades energéticas diarias, pero solo el 25% de la población española toma un desayuno completo, el 38% toma un desayuno incompleto y el 37% toma un desayuno aceptable, según el informe “Estado de situación sobre el desayuno en España”, realizado por la Fundación Española de Nutrición (FEN) en 2018.
En otro estudio llevado a cabo por el mismo organismo, se extrajo otro dato llamativo: únicamente el 36,4% de los desayunos alcanzaron un aporte de energía de más del 20%. La conclusión es que en el país se desayuna poco y mal, una situación que se debe revertir, ya que esta comida “ayuda a reorganizar los cambios metabólicos sufridos durante la noche, evita los efectos de un ayuno prolongado y, en muchas ocasiones, incluye el primer líquido ingerido tras un largo período de tiempo, por lo que contribuye a mantener el estado hídrico correcto”, dice la FEN.
CUÁNTOS DESAYUNOS HAY
Se puede decir que, en Occidente, tenemos dos tipos de desayunos:
- DESAYUNO CONTINENTAL. Suele componerse de café con leche, tostadas con mermelada y mantequilla o aceite, bollería y zumo de naranja.
- DESAYUNO ANGLOSAJÓN. Más abundante: huevos, beicon, salchichas, alubias con tomate, porridge (unas gachas de cereales con leche o agua) y hasta patatas fritas. También con café o infusión y zumo.
En España, el más habitual es el primero. Según la FEN, muchas veces, el consumo de cereales y leche diarios se concentra en este momento del día, por lo que el aporte de calcio, vitamina D y fibra –en el caso de los productos integrales- necesarios para el buen funcionamiento del organismo se produciría en el desayuno.
UN DESAYUNO ENERGÉTICO
¿En qué consiste un desayuno energético? Según las costumbres españolas, en primer lugar, debe haber una bebida caliente como el té, el cacao o el café. En los últimos años, las cápsulas de café han ido desplazando a otros formatos y se han ido refinando y las de alteza son un buen ejemplo de la adaptación a los gustos del consumidor. Además de cuidar el sabor y elevar el nivel de crema, se ha eliminado el plástico de las cápsulas y ahora son de aluminio, que además de ser 100% reciclable, ayuda a mantener las propiedades del café que contienen. El embalaje de cartón también es más respetuoso con el medioambiente, ya que está elaborado con un 100% de fibra reciclada y es 100% reciclable.
También están las tostadas con mantequilla y mermelada o los cereales –tanto los sencillos copos de maíz como los chocolateados-, que son un clásico entre niños y adultos y ahora son más sostenibles, gracias a la reducción de embalaje en su presentación, al eliminar la caja de cartón que los incluía. Quienes estén llevando una dieta restrictiva pueden optar por las mermeladas con 0% azúcares añadidos de alteza. En cambio, quienes quieran darse un capricho y endulzar el inicio de la jornada pueden añadir a su café un chorrito de leche condensada. La de alteza está elaborada con leche de origen español y su nueva botella está hecha con PET monocapa 100% reciclable.
Además de los elementos habituales que componen el desayuno base español, la FEN recuerda la importancia de incluir fruta. Las recomendaciones para la ingesta de fruta se establecen en un consumo mayor o igual a tres raciones diarias. La presencia de fruta en el desayuno ayuda a cumplir esas recomendaciones.
Las frutas poseen:
- Un índice glucémico bajo. Aunque las frutas contienen azúcares, su absorción es más lenta cuando se como la pieza entera.
- Un alto contenido en agua, lo que ayuda a alcanzar un nivel de hidratación óptimo.
- Un importante contenido en hidratos de carbono, como azúcares, almidón y fibra. Esta última oscila entre un 0,3%, en el caso de la sandía, y un 2,5%, cuando hablamos del plátano.
- Una proporción destacada de vitaminas (especialmente, de vitaminas hidrosolubles A y C) y minerales (entre los que destacan el potasio y el fósforo).
Su contenido energético, aunque es variable, debe considerarse como bajo-moderado.
En resumen: la fruta hidrata, alimenta y da energía sin que resulte un peligro para la obesidad.