¡No tires la comida!

24 millones de kilos semanales de alimentos, sobre todo frescos, terminan en la basura. Descubre cómo reducir estas cifras.

Hacer una lista de la compra pensando en el menú de la semana para evitar comprar en exceso.

Fijarse en la fecha de caducidad al comprar. Y tener en cuenta la diferencia entre caducidad (el producto empieza a estropearse a partir de la fecha indicada) y consumo preferente (pierde propiedades, pero no está malo). En muchos centros ponen delante los productos que van a caducar antes, así que coge los que están más al fondo del estante.

Usar los alimentos que caduquen primero.  Si no revisas periódicamente tu despensa, corres el riesgo de que algunos productos se pasen sin que te des cuenta. Una buena idea es darle un repaso cada semana colocando en primer término los alimentos que tienen que gastarse ante y al fondo los que aún tienen una larga vida.

Planificar las comidas con recetas que aprovechen las sobras de la nevera:

  • Si tienes fruta a punto de pasarse prepara una macedonia o una tarta. Si tientes mucha puedes conservarla en almíbar o hacer compotas y mermeladas.
  • Con pan puedes elaborar una sopa, unas migas o unas torrijas, convertirlo en pan rallado o freír unos picatostes.
  • Con las verduras a punto de estropearse, prepara una crema y congélala en raciones.

Usar bien el congelado. Congela en pequeñas raciones o en raciones individuales para descongelar solo las que necesites, según el número de comensales. No te olvides de indicar la fecha de congelación para no guardar la comida eternamente.

Congelar bien los platos ya elaborados. Los alimentos te durarán más tiempo si los guardas en recipientes que cierren bien. Ten en cuenta que cuanto más los llenes menor será la presencia de aire y, por tanto, el riesgo de oxidación. Una envasadora al vacío es una buena opción para conservar la comida durante más tiempo y en perfecto estado.

Conservar en el lugar adecuado. No todos los alimentos  van a la nevera: los plátanos los mangos o los aguacates se estropean con el frío; los tomates pierden su sabor y el pescado, los mariscos o algunos lácteos se malogran si no se refrigeran en 24 horas.

Organizar el frigorífico:

  • La carne y el pescado deben estar en la zona más fría. Tapa la carne para que sus jugos no entren en contacto con el resto de alimentos. Guarda el pescado ya limpio.
  • Pon la fruta y la verdura en un lugar fresco en la nevera, pero sin bolsas.
  • Embutido cortado: dura más en un estante central, en envases cerrados.
Autor: Juan Cervantes

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