Historia gastronómica y #receta | Pastel borracho

Historia

Llegaba el mes de mayo y con él las comuniones. El día tres era el día señalado y mi madre andaba atareada en la cocina. Quería preparar un pastel para regalar a una amiga cuya hija comulgaba. Mi interés era ver los preparativos.

Era un día gris y lluvioso, de esos que nada tienen que ver con la primavera. Había sido un invierno raro, había llovido poco y tampoco había hecho mucho frío. Pero aún estábamos entre encender o no la chimenea pues por las noches refrescaba y más en esas casas húmedas y antiguas donde no había más que una ventana a la calle. La primavera quería asomar en las horas centrales del día, en que sí se podía tomar el sol, éste ya se hacía notar.

Mientras esperaba que mi madre se metiera en harina, yo estaba leyendo mi tebeo preferido, Pumby. Ese gato negro con hocico blanco de grandes ojos y orejas puntiagudas, con su cascabel y sus pantalones rojos que junto a Blanquita, la gatita blanca, y el profesor Chivete, hacían mis delicias semanales.

Elaboración

Entonces mi madre me llamó. Había encendió el horno a 180º y me dijo que le pasase seis huevos del cartón sin romperlos. Huevos que siempre compraba de la granja del Salero. Separó las yemas de las claras en dos recipientes distintos y batió las yemas, ralló la piel de un limón encima, puso un vaso y medio de harina, un vaso de aceite y otro de leche, un vaso y medio de almendra molida, un vaso de azúcar y un sobre de levadura seca. Removió para mezclarlo todo hasta que quedó una pasta cremosa.

Montar las claras

En el otro cachivache montó las claras a punto de nieve e incorporó a ella la pasta que había hecho en otro recipiente. Removió bien. Fue mezclando con cuidado para que se integrara. Untó el molde redondo con un poco de manteca blanca y espolvoreó con harina y echó todo dentro. Metió en el horno más de media hora comprobando que no se dorara mucho.

Preparar el almíbar

Mientras tanto hizo el almíbar poniendo en un cazo un vaso de agua, cien gramos de azúcar y medio vasito de ron, removió bien y dejó que hirviese sobre dos minutos dejando enfriar.

Merengue

Con el merengue con el que adornaría el pastel. Le llevé seis huevos que rompió y con las claras y las montó batiéndolas y añadiendo 300 gramos de azúcar y sobre seis cucharadas de agua hasta que sin parar de batir le quedó perfecto el merengue. Yo, claro, lo probé metiendo el dedo sin compasión.

Toque final

Cuando sacó el pastel dejó que atemperara y lo emborrachó con el almíbar que empapó bien vertiéndolo muy despacio. Ya colocado sobre la bandeja de cartón, esperó que enfriara del todo y lo decoró poniendo el merengue en una manga pastelera y haciéndole dibujos. Acabó adornándolo con unas perlitas de azúcar que había comprado en un viaje que hicimos a Valencia, dándole así un toque innovador para aquellos tiempos.

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