Conservar correctamente los alimentos es una de las acciones básicas en la lucha contra el desperdicio de alimentos, ya que evita que se estropeen y tengamos que desecharlos. Pero, además, saber dónde debemos guardar cada tipo de producto puede ayudarnos a evitar posibles problemas de salud por consumir un alimento en mal estado debido a una mala conservación del mismo. Sigue leyendo para saber cómo y dónde debemos guardar algunos de los alimentos que nos pueden generar más dudas.

Huevos

Una de las grandes dudas. Se trata de un producto en crudo que siempre nos hace dudar: ¿por qué en el súper están a temperatura ambiente y al llegar a casa los metemos en la nevera? La forma correcta de conservación de los huevos es a temperatura constante. Por este motivo, se transportan y comercializan a temperatura ambiente, ya que si estuvieran refrigerados, al comprarlos y llevarlos a casa, se rompería esa cadena y, de esta forma, se produciría una condensación en el exterior de la cáscara y podrían proliferar bacterias. Pero, una vez en casa, podemos conservarlos sin ningún problema en refrigeración, un entorno más seguro de conservación, ya que solo los vamos a sacar de la nevera en el momento en que vayamos a consumirlos.

Productos pasteurizados

Estos productos requieren, sí o sí, conservarlos en refrigeración, respetando siempre las fechas de caducidad que marquen.

Leche UHT

A diferencia de la pasteurizada, el proceso al que es sometido este tipo de leche (y productos similares) no precisan estar refrigeradas ni al venderlos ni al guardarlos en casa, excepto en el momento en que lo abramos, que deberemos conservarlos en la nevera.

Conservas

Los botes y latas de conservas, como el atún, los berberechos, las aceitunas, el tomate frito, etc. han sido sometidos a un proceso de esterilización y están cerrados herméticamente, por lo que no es necesario conservarlas en refrigeración. Presentan una fecha de consumo preferente bastante amplia pero, una vez abiertos, sí debemos conservarlos en la nevera, en un recipiente adecuado bien tapado (pasándolos a otro envase, especialmente en el caso de las latas), y consumirlos en un plazo corto de tiempo, que suele venir indicado en el envase.

Los productos en conserva hay que  diferenciarlos de las semiconservas (boquerones en vinagre, anchoas en aceite, salmón ahumado…), productos que se presentan en crudo, macerados en aceite, vinagre, sal…, pero que no han sufrido ningún proceso de esterilización ni higienización. Por este motivo, vienen marcados con fecha de caducidad y deben conservarse siempre en la nevera.

Patatas

Debemos evitar conservarlas en bolsas de plástico. Lo mejor es guardarlas en una bolsa de tela o rejilla o en un cajón, en un lugar fresco, seco y oscuro (en la despensa o armario, donde la temperatura no sea muy alta). No es recomendable guardarlas en la nevera, puesto que las bajas temperaturas pueden favorecer que se oscurezca y modifiquen su sabor.

Frutas y verduras

Al igual que ocurre con las patatas, algunas frutas y verduras no deben guardarse en la nevera, pues se estropearían y podrían deteriorarse. Algunos ejemplos de estos productos, que se deben conservar en la despensa, en un bol, bolsa o cajón donde no reciban directamente la luz, son los plátanos, pimientos, naranjas, limones, mandarinas, cebollas o tomates.

Otros, como los aguacates, kiwis, melocotones o peras, podemos dejarlos unos días a temperatura ambiente y, una vez que hayan madurado, conservarlos en la nevera, para que aguanten más.

Las frutas y verduras que deben conservarse en la nevera, como cerezas, fresas, uvas, zanahorias, lechugas, alcachofas, espárragos, champiñones o brócoli, deben guardarse en los cajones o en la zona menos fría, separadas entre sí. Si vienen en envases perforados, se pueden dejar en ellos y, si no, en bolsas agujereadas, nunca en envases cerrados herméticamente, excepto en el caso de las verduras o ensaladas embolsadas, que deberán conservarse cerradas en su bolsa hasta su consumo.